CANDELAS Y DOÑAS EN ANTEQUERA

Por: José Luis Sánchez-Garrido Reyes

10.marzo.2022

Después de la Conquista de Antequera, durante el reinado de Juan II de Castilla, su tío El Infante Don Fernando y su madre Doña Catalina, fueron los tutores del pequeño monarca al ser Rey de corta edad. Fue nombrado mayor de edad el 7 de marzo de 1419 con trece años.

El Infante Don Fernando fue Corregente de Castilla hasta 1412, año en el que fue nombrado Rey de Aragón.

En aquellos años el panorama político estaba marcado por intrigas de los nobles y aparte de ello muchas correrías de los mahometanos que aprovechaban esta coyuntura, haciendo incursiones en los terrenos conquistados por los castellanos y produciendo estragos, con el propósito de recuperar tierras en la medida en que se pueda de lo que habían perdido.

Juan II se casó con una hija de su tío, que era el Infante Don Fernando el de Antequera; cuando ésta falleció, se casó de nuevo con la Infanta de Portugal. Años más tarde, una de las hijas de Juan II con la Infanta portuguesa, se convirtió con el tiempo en la reina Isabel la Católica.

En aquellos tiempos las pequeñas batallas entre moros y cristianos eran constantes. Las incursiones de los granadinos continuas.

En una salida de las fuerzas militares de Antequera, que no eran muy amplias, por cierto, se dirigieron a Archidona de escaramuzas en dicha localidad; unas veces las incursiones en territorio enemigo las hacían los moros y otras los cristianos para no ser menos.

Los moros de Lucena fueron informados al efecto, de que las tropas de los castellanos antequeranos estaban fuera del castillo o alcázar, la línea de espías e informadores funcionaba bien y los lucentinos vieron la oportunidad de retomar Antequera aprovechando que no estaba protegida con la intención de reconquistarla.

A tal efecto dirigieron las tropas de Lucena hacia Antequera, los antequeranos también obviamente tenían sus espías y fueron informados de ello. Recibiendo esta información los antequeranos y ante la ausencia de hombres en Antequera, pues habían salido para Archidona, las mujeres antequeranas estudiaron la situación y optaron por hacer una serie de candelas en el llano bajo del Alcázar, donde años antes había acampado las tropas del Infante Don Fernando, es decir, lo que es el centro de la Antequera actual.

El proyecto de los moros de Lucena era atacar a la mañana siguiente, llegando bien tarde la noche anterior.

Al acercarse vieron desde lejos no menos de 40 hogueras y pensaron que junto a las hogueras hubiese tiendas de soldados con sus armas que estaban preparados para recibirlos y ante el temor de entrar en una batalla de resultado incierto y no muy cómodo y fácil recuperación de Antequera optaron por volver a Lucena estimando que la cosa no era fácil como le habían indicado, así pues, fueron engañados por las hogueras, preparadas por las mujeres antequeranas.

Este hecho glorioso tuvo amplia repercusión por el ingenio desplegado y la iniciativa desarrollada por las mismas.

Como premio el Rey Juan II y su valido Álvaro de Luna, concedió que todas las antequeranas del momento y las que nacieran en el futuro “por siempre jamás”, tuvieran el título de DOÑAS.

Además, y ya aprovechando este nombramiento, este título se le concedía en todo el reino a las mujeres que tuviesen los estudios de Bachiller y también a todas las mujeres después de casarse. Antes de esto, el nombramiento de Don y de Doña, sólo era para los reyes, las clases nobles (a quien los reyes consideraban sus primos) y algunos puestos importantes de la iglesia

Un privilegio que tiene toda mujer antequerana desde que nace, pues el mismo que sepamos no ha sido cancelado.

Juan II era también un probado vate (poeta). Y esta afición por la poesía, fue la causa de que se hiciera protector, del celebérrimo Jorge Manrique, que casi todos recordamos por las Coplas a la muerte de su padre:

“Nuestras vidas son los ríos

que van a dar al mar

que es el morir….”

Retomando el tema, de ahí viene la tradición de hacer “candelas” cada año el día de la procesión de la Patrona Santa Eufemia. En la actualidad se hacen tres hogueras: una en Plaza de Santiago, donde está el templo de Santa Eufemia, otro en la plaza de la Iglesia Mayor de San Sebastián y una tercera que cambia según el itinerario de la procesión de la Patrona el sábado anterior al 16 de septiembre.

Recuerdo en mi niñez, una tradición ya perdida, y era el hacer candelas en las calles, de forma libre. Se reunían los vecinos y las hacían donde estimaban, y de alguna forma competían en la belleza de cada una más, en ellas se echaban muebles de madera viejos y todo tipo de enseres combustibles que había en las casas y que no servían por su estado de deterioro. Aprovechabas para no tener que llevarlo al punto limpio, que no existía entonces; ahora, llamando a la empresa Aguas del Torcal vienen a recogerlos.

Y con las candelas en las calles, incluso algunos tiraban la casa por la ventana y llevados por el ardor, quemaban cosas que en algunos casos eran útiles o al menos discutibles. Yo al menos tengo en mi memoria escenas donde se quemaban, según mi criterio, muebles antiguos y valiosos por sus años, pero había otro concepto “quitemos lo viejo”.

Estas candelas no dejaban de ser un riesgo, porque, aunque después se apagaban con cubos de agua, siempre había el temor de que provocase algún incendio en caso de levantarse viento, por ejemplo. Además, era un problema porque niños y no tan niños saltaban sobre ellas, con el riesgo de que pudiesen caerse en el salto y quemarse. Además de producir daños en el suelo y suciedad, motivo y causa por el que fue prohibida esta actividad con hondo pesar de los aficionados a la misma.

En fin, amigos ya sabéis, al hablar con alguna mujer en Antequera, debéis anteponer el título de Doña, aunque sea una niña. En otros sitios no, en Antequera es un privilegio único en España.

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