LA TORTILLA DE ESPÁRRAGOS.

Por: José Luis Sánchez-Garrido Reyes.

Antequera, 2. abril 2024.

“Esta tortilla -me dice Trini- de espárragos, de hoy, ya no es normal tenerla en un plato”.

Un problema de Trini es que cocina muy bien y yo como no tengo voluntad, pues engordo.

“Los espárragos, los ha cogido mi hermano Juan, -prosigue ella- ayer de la zona de “los Pinos”, son espárragos silvestres, es decir, espárragos amargueros que son los buenos”.

Y continúa hablando “Los trigueros están muy bien, pero los amargueros, son el no va más”.

Y sigue con su monólogo:

“Y ya sabes: los espárragos de abril, para mí. Y los de mayo para mi caballo. Ello lo habrás oído más de una vez, es un dicho antiguo”.

Ahora hablo yo: “Pues no Trini, no tengo la menor idea de ese dicho”

Sigue ella parlanchina: “Ya nadie va por espárragos, requiere tiempo y esfuerzo y se opta por la comodidad. Antes sí, antes había hambre. Ahora lo que es esforzarse, pues parece que no, en muchos casos”.

Y aquí no acaba, sigue hablando y hablando: “Pues ya sabes, y los huevos son de campo, no dirás que no te cuido”.

Mientras tanto, ella sigue hablando y yo me he comido la tortilla, de modo que no hay foto.

Ya hoy, los espárragos son cultivados, en su enorme mayoría, teniendo mucha fama los de Huétor Tajar. Me viene a la memoria una cena en un restaurante lujoso de París en los Campos Elíseos, en una primera planta, donde se observa ampliamente la avenida, al ser la fachada a la calle por completo de cristal; a la cena fuimos invitados por un importante proveedor internacional de materias primas, que suministraba en barcos completos a Motril y a Sevilla a la empresa donde yo trabajaba, (yo iba con el presidente y vicepresidente de la misma a varias reuniones en la capital de Francia).

Y nos dijo: “Os he citado aquí porque cuando tengo ocasión, me gusta venir a este sitio, pues mis platos favoritos son con espárragos de Huétor Tajar y aquí los tienen”. (Efectivamente el camarero que nos atendió conocía bien a este señor pues era un asiduo al mismo por los espárragos y eso comimos los cuatro, estaban estupendos, y nos agradaba mucho verlos tan estimados en París).

Los de Huétor me encantan, pero estos que se encuentran en primavera cuando llueve, salvajes y espontáneos, en los Pinos de Antequera y otros puntos, es como si fueran de otro mundo, de otra galaxia.

Bueno me voy a dormir, vamos a ver si lo consigo pronto. Me pondré a contar espárragos.

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